martes, 3 de septiembre de 2013

Números rojos.


Hoy me he levantado pensando en lo difícil que hago que resulte mi vida.
En mi forma de negarme a todo lo cordialmente establecido.

Que no te cases ni te embarques a no ser que sea martes.
Que al que madruga
le dan mucho por culo porque tiene más sueño.
Que si puedes dejar para mañana lo que tenías que hacer hoy,
mejor, con calma.

Y claro, como no, acabaste pasando tú por mi vida.
Y el héroe de barrio,
el Romeo idealizado en la distancia,
el tierno cantautor,
el bombero exótico,
el neurótico imputado..
En fin.

Como me dijo hace poco una amiga:
“Podrías escribir parte de la historia con tu vida sentimental/sexual”.
Y lo peor de todo, ni 20 años, aún.
Y entonces pienso en Andrés y su
“no crees que te han tocado mucho para tus 20 años,
tu Romeo no llega porque no existe”.
Y a mi me tienta cruzar de acera,
o saltar de ella en rojo y mandar todo a la mierda.

Y lo peor de todo no sé si es que ya es septiembre
o que suena a un nuevo principio con sabor a final abierto.

Y joder, encima pienso que quiero abrazarte.
Y me cago en la puta por pensar que te quería.
Y que menos mal que no te lo dije
porque esta vez era cierto.

Y al final menos lobos y más perros.

Y pienso que debo dejar de sumar cuerpos,
que al final con tanto polvo
se me han quedado los abrazos en números rojos.





1 comentario:

  1. Yo creía que septiembre era lento y acaba de estallarme en la cara. Joder con el otoño y los sueños de la edad tardía cuando se te cruza por medio la pólvora de una muchacha. Este poema es una bomba de relojería desintegrando el sosiego de jubilados y encendiendo la candela de los guerreros sedientos. Ahora me entero (a mis años, ya ves) que la seducción es un oficio que no se aprende nunca. Made in Madrid la ebriedad de este poema que nació para hacer añicos la melancolía y otras mierdas. Qué suerte tiene el mundo de haber sido creado por Andrea.

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